Hace un año -o incluso meses- el Polo Democrático estaba en su peor momento: con la salida de los líderes de Progresistas, la debacle de los Moreno en Bogotá, la emergencia de la Marcha Patriótica y su portazo a una ley que pudiera fortalecer una tercería, su misma supervivencia estaba en duda. Sin embargo, con el manejo que el Gobierno le ha dado al actual paro, ha resurgido como un ave fénix.
Si el Polo necesitaba un escenario de campaña para hacer explícitas sus tesis no habría podido encontrar uno mejor que el actual paro. Sus posiciones tradicionales frente al libre comercio, los abusos de la Fuerza Pública, la relación del presidente Santos con las multinacionales y el impacto de las “políticas neoliberales” en el campo han calado estos días en una población urbana que parecía indiferente frente a estos discursos pero que esta semana ha manifestado una rara solidaridad con los que marchan. Además, el presidente Santos ha sido su mejor estratega de campaña.
Desde que se comenzó a discutir el TLC, los senadores del Polo como Jorge Enrique Robledo, Camilo Romero, Luis Carlos Avellaneda y se opusieron.
Mientras el establecimiento y los medios tradicionales aplaudieron su aprobación como una gran noticia, el partido de izquierda anticipó desde un inicio que sería una tragedia.
Avellaneda, que era del Polo (aunque hoy sea progresista), afirmó que era una mala noticia y que la producción agrícola terminaría concentrada en pocos productos y beneficiando a pocas personas.
Mientras los gobiernos de Pastrana, de Uribe y de Santos prometieron que el TLC reduciría los precios de los alimentos, de los insumos y nos haría más competitivos, los líderes del Polo anunciaron que lo peor estaría por venir.
“En materia agrícola el TLC elimina inmediatamente los aranceles para casi 70 por ciento de las exportaciones agrícolas de Estados Unidos a Colombia y la gran mayoría de los productos procesados. (…) es asimétrico y lesivo para la producción nacional” dijo Clara López. Aurelio Suárez, que era el candidato del polo a la alcaldía de Bogotá, alertó que le haría daño a la ciudad.
Un año después de aprobado el TLC, la realidad parece darle la razón a los del Polo: la balanza comercial con Estados Unidos tiene un superávit cada vez menor y los precios de los agroquímicos, según ha reconocido el mismo presidente Santos, en vez de bajar subieron.
Los precios de los insumos como el fosfato diamónico y el cloruro de potasio son, según Aurelio Suárez, entre un 30 y un 45 por ciento más altos que el promedio internacional. Esa diferencia se debe, según él, a un oligopolio similar al de los medicamentos y a que “el eslabón importador-comercializador como el comercializador-consumidor escapan a una estricta vigilancia”. Con esos precios, los agroinsumos pueden llegar a representar hasta una tercera parte de los costos de producción de un pequeño campesino.
En suma el campo, en vez de desarrollarse -salvo algunos sectores específicos que lograron hacer un lobby importante en el momento y que tienen alguna ventaja comparativa como el azúcar- agudizó la crisis que ya traía como lo demuestra el actual paro.
Y entra Santos
El manejo político que le ha dado Santos al paro ha reforzado esas ventajas del Polo. Como contó La Silla, su insistencia en que el paro no ha tenido el tamaño que le atribuyen las redes sociales -probablemente para bajarle el perfil ante la opinión pública- se le ha devuelto como un bumerán.
Con frases como “el paro no ha sido de la magnitud que se esperaba” y “el tal paro agrario nacional no existe”, Santos en vez de apagar el fuego, le echó más gasolina. Y de paso reforzó la sensación, entre muchos de los campesinos en las carreteras y también mucha gente en las ciudades, de que está desconectado del campo y lee sus problemas desde Bogotá.
Eso no es todo. Esta mañana, mientras hablaba de las medidas para ayudar a los campesinos, Santos terminó hablando de dos multinacionales, Starbucks y Cocacola.
“Esta misma semana vinieron a Colombia dos grandes inversionistas, uno, Starbucks, que es esa gran cadena de almacenes de café que está regada por el mundo entero; va a instalarse en Colombia (...) vino el director de la empresa Femsa, que embotella la Coca-Cola. Ahí se va a poner la planta más moderna de América Latina” fueron sus palabras.
Con esa mención, Santos reforzó la idea de que está más pendiente de la imagen en el exterior y del beneficio a los multinacionales, que de las preocupaciones de los campesinos.
Si bien el Gobierno ha buscado desactivar el paro con mesas de diálogo entre los campesinos y varios ministros, su recurso final de resolver los bloqueos de carreteras a punta de Esmad refuerza el discurso del Polo de que, en últimas, el gobierno termina acudiendo a la represión.
Más cuando han circulado con mucha fuerza, videos con abusos del Esmad, que incluso ha mandado investigar el general Palomino, director de la Policía, y han sido replicados por medios como Caracol, Semana y El Espectador.
Aunque Santos pidió perdón por esos abusos, la imagen de un gobierno que usa la represión salió de los círculos de izquierda.
El Polo y el paro
Desde antes de que empezara el paro, los líderes del Polo lo empezaron a vincular con el TLC y la apertura económica.
“La Movilización Agraria de la semana entrante se puede sintetizar muy fácil: el fracaso de la apertura, el libre comercio y neoliberalismo.” trinó Aurelio Suárez. Y el senador Jorge Robledo publicó una columna titulada “En Colombia el agro es un desastre por las políticas de Santos”
A medida que se fue desarrollando el paro, el partido se fue metiendo más en él. Hoy sus líderes estaban marchando a la Plaza de Bolívar. También lo han aprovechado para recordar que ellos son la cabeza de la oposición al TLC, e incluso, la página oficial del partido publicó quiénes votaron a favor del TLC con Estados Unidos, y quiénes en contra.
Con esos pronunciamientos, el polo aprovecha que el apoyo a los TLC va en bajada. Hace menos de un año, según la última encuesta de Gallup, el 70 por ciento de la opinión apoyaba los tratados de libre comercio, en abril había bajado al 62 por ciento y en junio ya iba en el 58 por ciento. Con el paro es previsible que ese apoyo siga bajando, y que el Polo tenga másréditos.
Ya en el paro de los pequeños mineros hace dos meses Santos graduó al senador Robledo de jefe de la oposición, como contó La Silla . Ahora pasó a darle motivos para que personas ajenas a los círculos de izquierda se acerquen a las tradicionales posiciones del Polo frente al gobierno. En medio de la pugna entre el santismo y el uribismo, parecía que se abría el espacio para una tercería de varios grupos políticos. Con el paro, el Polo gana fuerzas para ocupar ese espacio.
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